La idea principal de la plegaria judía es conectarse con Hashem. ¿Pero cómo puede un ser humano limitado y finito, conectarse a un SER infinito e ilimitado? Realmente, debería ser imposible. Pero Hashem quiere relacionarse con nosotros, por lo tanto Él se "limitó". Hizo esto al expresarse Él mismo en la creación. El mundo en que vivimos realmente es una expresión de Hashem, como una pieza musical es una expresión del músico que la compuso, y una pintura es la expresión del pintor, así también este mundo y todo en él es la obra de arte de Hashem. Nosotros no podemos ver a Hashem pero podemos ver Su creación. Al mirar una pintura o escuchar una canción podemos percibir algo acerca de quién es el artista, al observar la belleza de este mundo, su complejidad y sus ritmos podemos empezar a apreciar Hashem.

PERO (y este es un pero grande) aunque la creación exprese a Hashem, nunca podría expresar Su verdadera esencia. Tan hermoso como es el mundo, es sólo un fragmento insignificante de la verdadera sabiduría de Él. Y ahí es donde Hashem es muy diferente de un artista. Para realmente expresarse, el artista tiene que poner toda su concentración, esfuerzo y creatividad en su trabajo. Pero para Hashem, expresarse es exactamente lo contrario--Él se limitó, se rebajó a hacer un mundo físico. Sería como el talentoso músico que tiene que escribir un pegajoso jingle sobre el yogur para un anuncio de radio. ¿Expresa eso su genio? ¡NO! ¡Más bien, expresa su paciencia! De manera similar, Hashem no necesitó invertir "esfuerzos" para crear semejante mundo asombroso. El único esfuerzo estuvo en "limitarse" para poder crear esta existencia finita.

 

El Talit tiene dos partes - el manto mismo y los tzitzit o cordeles. El manto rodea nuestro cuerpo, y los cordeles cuelgan de él. Ellos representan los dos aspectos de Hashem, y su forma de relacionarse con nosotros .El manto representa la esencia de Adonay, que nos supera en extremo y no podemos alcanzarla, por ello el manto nos cubre. Los pequeños cordeles que cuelgan de las puntas son sólo una diminuta fracción de Su ser, aquella porción que podemos experimentar.

No importa cuán sagrados nos sintamos, Hashem es infinitamente más santo. Esto es el Talit que nos envuelve. Pero no importa cuán impío nos creamos, Hashem baja hacia nosotros y nos pide que hablemos con Él. Estos son los Tzitzit que cuelgan para que nosotros los tomemos y besemos.

Necesitamos tener esto en mente cuando rezamos, por eso usamos Talit